El proyecto parte de un entendimiento de la convivencia de estratificaciones históricas y nuevas arquitecturas sin utilizar jerarquías a priori, confiriendo a cada marca del pasado como del presente autonomía, autenticidad y autoridad.
Asumiendo la compleja relación con el tiempo que tiene la forma construida, esta no puede insistir en un momento concreto de su tiempo histórico, sino que debe tratar de instalarse en él. Habitar significa moverse entre el tiempo de un lugar, por lo que toda arquitectura es siempre contemporánea, independientemente de su partida de nacimiento estilística.
Se trata de extraer todas las posibilidades espaciales que tan generosamente nos ofrecen las preexistencias industriales. Estas se entienden como una suma de posibilidades de acción, que tratan de explotar aquello que se va encontrando y aquello que se va añadiendo de una manera natural, sana de construir.
El proyecto intenta poner en valor la “biografía “ de la ¨La Lechera¨, toda ella, incluido el cese de actividad industrial y su consecuente abandono, facilitar una comprensión real de lo sucedido, y con esto construir un espacio seguro y diverso donde los nuevos usuarios y visitantes del Centro cultural y artístico puedan habitar un lugar donde el tiempo se ha materializado en espacio arquitectónico, en espacio urbano.