El edificio imaginado, proyectado, trata de ser reflejo del espíritu de la Corporación Hijos de Rivera, de Estrella Galicia. Si bien un espíritu no puede, ni debe tener representación ya que perdería su magia. Por esto el edificio trata de ser sobre todo un provocador de acciones, un impulsor de energías, rechazando el proponerse como icono. Estrella ya lo es, no necesita otro. Se basta a si misma.
En teoría de la arquitectura muchos autores enuncian que el objeto de la arquitectura no es el hombre, son los actos del hombre. Es por tanto la arquitectura la que sustenta, acoge, recibe pero también impulsa, sugiere, provoca, anima sus actos. La buena arquitectura no solo es la que es capaz de acogerlos sino la que gracias a ella hace que el hombre imagine nuevos usos, nuevas acciones que antes de habitarla ni siquiera había imaginado.
Esta es la intención, ser impulsor del espíritu de la corporación, animar a que siga desarrollándose con mayor potencia si cabe. La nueva sede abrirá nuevos caminos.